Un amigo mío es un gran fan de las costillas de cerdo. Dice que puede gastar todo lo que tiene por el sabor magnífico de este plato. Cualquier rincón del mundo está, siempre busca al lugar donde se puede probar las costillas favoritas, hasta las cafeterías de «fast food» con su salsa fuerte americana, la que «mata» el sabor propio de la carne de costillas. Pues, discutimos mucho por tema de costillas y yo me propuse a cocinar las costillas de cerdo más ricos que las que siempre come mi amigo, tanto más que no es demasiado difícil y no tendré que gastar todo lo que tengo a conseguir el resultado bueno.
Claro primero tuve que encontrar una ijada de cerdo gordo, de la cual los carniceros todavía no habían cortado la carne más bueno (para vender luego lo que queda, principalmente las costillas, a «fast food» cafeterías). Es obligatorio quitar la capa de la parte interior de las costillas, sino la carne no podrá marinarse.
Luego froté la carne con sal gruesa y pimienta negra. Meté la carne en la nevera para que salara bien para 35 horas.
Pasado este tiempo tuve que marinarlo con los siguientes ingredientes:
Salsa de soja
Miel
Pimienta roja ahumada
Romero seco
No menciono la cantidad de los ingredientes por lo que la cantidad depende del volumen del plato que teneis y el volumen del trozo de carne. Es preferible que la mitad de la carne sea debajo de la marinada.
Se recomienda mezclar los ingredientes aparte en un plato y calentarlos después para que la miel se deshaga más rápido y las especias abran sus sabores. Después, cuando la carne está lavado de la sal de más, se pone la marinada encima y la carne «se baña» en este líquido. Hay que masajear la dando la vuelta periódicamente durante 24 horas total.
Antes de ponerla en el horno la carne tiene que calentarse a temperatura ambiente, como siempre.
Yo añadé lo que podía encontrar en la nevera, las verduras varias, como pimentones dulces, membrillo etc. Sin embargo, es más que nada una decoración que mejora el plato que finalmente va a aparecer en la foto. Y para mi también es importante.
La etapa final es simple:
Hornear las costillas en 170 C hasta que el termómetro enseñe la temperatura de carne 70 C. Dejar «descansar» debajo de tapa durante unos 10 minutos.
Mi amigo no tenía mucho tiempo para meter comentarios ya que estaba muy ocupado comiendo y chupando los dedos. Aún cuando se acordó de la salsa, la que siempre echaba encima de costillas, y me quiso preguntar ¿dónde está la salsa? de repente comprendió que realmente no le faltaba nada, el sabor propio de la carne era suficiente para disfrutar el plato. «¡Andaya! ¿Qué salsa? ¿Para qué? Yo, no quiero ninguna!» — la frase esta era la conclusión amistosa del nuestro discurso.